Una noche de verano el sueño se me iba. Blandía mi memoria vuelta un charco, tratando de recolectar historias que le devolvieran la sombra a mis ojos. Pero había una línea azul, una crema de estrellas que salpicaba mis párpados. Luego de varias pisadas torpes, la vi. A través de la ventana estaba ella, desnuda. Sentada en una silla. ¿Qué se ve cuando se ve a una mujer desnuda sentada en una silla? Parecía un árbol recién nacido recostado en su tronco. Era como si el tiempo envejecido y húmedo hubiera encontrado una forma tranquila. ¿Cómo las horas se cocieron a esa piel infinita sudando historias muertas? Se sabe observada y deseada como desean las niñas a sus muñecas, como los hombres deseamos nuestra prolongación. Pero yo, yo la quiero como se quiere a un poema triste. Yo la visto de bocas mudas que sólo se abren para pronunciar mi nombre. ¿Qué hace una mujer tan desnuda en una silla? Descorrer el blando velo de la noche para alterar mi humanidad. Escribirse en la canción de mis días y saber que soy suyo hasta que ella lo decida. Amarme con sus ojos vestidos de marrón. Una mujer desnuda sentada en una silla, lejana como una noche de verano. Espesa y caliente, recordada desde este invierno pesado; cielo glacial volcado sobre mí.
by
Margarita
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