ando
extrañada de mis pies,
alarmada por mis pasos
recorro este mapa roto
cada vez que me acuerdo
del lugar que nunca fue
y voy,
definiendo cada línea,
cada contorno,
cada forma recordada desde todas las memorias
menos la mía
ando como ciega,
o como una niña que olvidó a su madre
y me acomodo intrépidamente a este lugar
que me sabe a noche infinita
y me quedo prendida
de un momento que no termina de ser
y asumo mi presencia como acto de fe
y vislumbro mi estadía como un fino cable de luz
sujetado por una sombra mayor
y aprendo, así, a leer los nombres de las calles
y entiendo, al fin, el ruido de los días anchos
y veo, sí, la belleza de este tramo
que me busca hasta encontrarme
y que me deja pegada, cada noche
en sus esquinas de viento,
y de música y de cielos abiertos
hasta hacerme reír
y llorar
que me enseña a tener miedo
y a ser sola,
y a seguir andando y siendo
amiga y amante y novia y transeúnte
conocida y desconocida
reconocida
soy, al fin, otra chica en la ciudad.
By
Margarita
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