Habrá sido por los colores pastosos que rebotaban en la calle, todavía húmeda. O porque algún árbol sacudió todas sus hojas y llenó la terraza de un olor que no pude atribuirle a ningún ser, más bien a un momento. Otro lugar.
Ahora que estoy lejos de todos los momentos, me veo ponderando la posibilidad de recordar un recuerdo extraviado que de pronto, renace desde su propio universo para meterse en la precariedad de mi instante. Tan ordinario, sí, pero tan mío.
Habrá sido pura arbitrariedad, un impulso involuntario de esta memoria coja, pero desde hace algún tiempo me vengo acordando de él. De sus manos suaves y de sus besos largos. Del olor que despedían sus hombros.
Me sorprende la efectividad de su foto en mi cabeza, los movimientos certeros, las reacciones esperadas. Me vuelvo almanaque manipulado por un esmero que me trasciende, pero que depende de mí. Hay una tímida revolución aquí que me hace pasearlo por dentro de mis muslos, desmintiéndome, y un poco, condenándome.
Y tú, alegre desmemoriado, ¿habrás reparado en mi fantasma? ¿Te preguntarás –con cierto escándalo por lo inapropiado del recuerdo– que será de mí?
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Margarita
2 comentarios:
desvalijada querida, vas al calorcito? aquí la nieve ya abunda y rellena más huecos de los que hay. me encantaría veros mujeronga. déjame saber. un abrazo,
m.
Tal vez sí.
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