Nada que hacer. Es tiempo como de silencio. A veces, parece, se rompe.
A veces.
Hoy no. Hoy me rompo yo. Hoy soy yo toda una montaña de bocas cerradas. Ya pasará. No está mal sentarse en el reverso de las cosas. Verlo pasar. Sonreírle. Quererlo mucho. Y de lejos. A mi me gustan las tramas que despegan, y nada más. Una llamita trepándose por aquí. Un incendio en la copa de los árboles.
En estos días, repito, nada que hacer. He vuelto a las andadas, pero ya nadie sigue mis pasos. Voy medio sola, medio agarrada de su sombra.
Verlo pasar. Eso hago. Practicar la espera. Y ser muy puntual.
Es posible que no se me entienda lo que digo. Pero, ¿por qué habrían de tener sentido las palabras, si las cosas no van por ahí? Las cosas van por otro sitio. Y a mi todo se me rompe. Y a mi todo me llega en pedazos. Un ojo, una boca (qué boca, cojones) un dedo del pie. El recuerdo es metonímico. Y en cantos lo vomito. Ahora es así. Estoy entrando en la disciplina del Inmaduro. Finally!
Que se joda.
1 comentario:
La vida se ve mejor en segmentos. La totalidad se diluye en su propio significado...
Animo, y pa'lante, chica.
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