"El perfume de las almendras era un humo dorado, una dulce alma por las habitaciones. En torno a la mesa conversaban la abuela y la madre y las otras mujeres. Sus palabras caían como pétalos, como golpeteo de las piñas en sazón cuando el viento sacude las altas ramas. Salí y caminé. En una endija del bosque el sol se había caído, seco y sin resplandor. Era la hora en que un animal de seda, amarillo, disimuladamente, con rumor de miel, entra en el nido de las abejas y las roba." Marosa di Giorgio, "Humo" (1955).
No hay comentarios:
Publicar un comentario