domingo, 2 de septiembre de 2007

I feel like I'm growing houses

La casa se me multiplicó. Encontré úteros maternos esparcidos por toda la tierra. No sé si ocurrió en el tiempo del sueño, cuando mis ojos olvidaron la puerta de la luz, o si fue mi propia vigilia y su movimiento infinito lo que me hinchó de casas. Mi cuerpo se amistó con cada rincón, con cada brazo y cada pierna que rozó mi humanidad. Y entonces pude recordar. Los besos tardíos como soles madrileños. Los abrazos anchos y felices en donde cobijé mi ira convertida en canción. Tu risa aupada en mi frente, volando en los infiernos de aquel tren equivocado. Nos acomodamos a aquella tierra, a aquella barra, a aquella casa tan nuestra que nunca fue tuya ni mía. A ese aire seco, aire muerto que nunca sopló, vientos inventados que movían tu cabello y secaban mis labios. Un lugar que nunca fue, y nosotros dos, más vivos que nunca. Nos metimos por el pequeño ombligo del amor y encontramos la risa. La carcajada infinita y muda que reposa oscura en tus ojos tan claros. Inventamos la ruta y nos inventamos a los amigos, los más fieles que tuvimos. Los días se hicieron tan largos que no pudimos precisar el fin. Y justo en el día en que mi cuerpo se instaló en la rutina de su plenitud, el viaje terminó. Los ojos se me cayeron como dos pequeñas gotas, y tú empezaste a morir, poco a poco.

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Margarita

sábado, 1 de septiembre de 2007

Insomnio

cuando el cuerpo se me marcha
cuando los ojos se acuestan cansados
espantados del día,
me persigue una forma

me escabullo de los malos debajo de mis sábanas,
aprieto tanto los ojos que se me caen las pestañas
ojos cerrados, puños cerrados, vientre cerrado
mi cuerpo es un estuche

mi cabeza es un abanico histérico que lo sacude todo
y me pierdo en el mar de mi cuerpo,
en la zona franca de mi cama para ahuyentar a los monstruos
pero nada pasa

los canales grises se comen mi cara,
la sequedad reina en mi pupila que ya no puede pronunciar mirada
caigo adicta a esta vigilia incesante de sábanas mojadas,
de peces muertos debajo de mi almohada.


By
Margarita

Recién nacida

ando
extrañada de mis pies,
alarmada por mis pasos
recorro este mapa roto
cada vez que me acuerdo
del lugar que nunca fue
y voy,
definiendo cada línea,
cada contorno,
cada forma recordada desde todas las memorias
menos la mía
ando como ciega,
o como una niña que olvidó a su madre
y me acomodo intrépidamente a este lugar
que me sabe a noche infinita
y me quedo prendida
de un momento que no termina de ser
y asumo mi presencia como acto de fe
y vislumbro mi estadía como un fino cable de luz
sujetado por una sombra mayor
y aprendo, así, a leer los nombres de las calles
y entiendo, al fin, el ruido de los días anchos
y veo, sí, la belleza de este tramo
que me busca hasta encontrarme
y que me deja pegada, cada noche
en sus esquinas de viento,
y de música y de cielos abiertos
hasta hacerme reír
y llorar
que me enseña a tener miedo
y a ser sola,
y a seguir andando y siendo
amiga y amante y novia y transeúnte
conocida y desconocida
reconocida

soy, al fin, otra chica en la ciudad.

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Margarita