lunes, 22 de octubre de 2007

desmemorias

Yo no sé de la magia del tiempo
ni de esos días que me salpican horas muertas
llevándose mínimos pedazos de mi cuerpo.

No recuerdo el orden de la lluvia,
su conjugación pasada en mi cabello.
Veo que he perdido la gracia en el ejercicio de la vida,
en el intercambio de miradas.

No sé cómo hablarle a mi padre,
o cómo escribir mi historia.
Olvidé todos los cuentos de hadas,
y las canciones que dormían a mi niño.

domingo, 21 de octubre de 2007

pequeño eterno retorno

Habrá sido por los colores pastosos que rebotaban en la calle, todavía húmeda. O porque algún árbol sacudió todas sus hojas y llenó la terraza de un olor que no pude atribuirle a ningún ser, más bien a un momento. Otro lugar.

Ahora que estoy lejos de todos los momentos, me veo ponderando la posibilidad de recordar un recuerdo extraviado que de pronto, renace desde su propio universo para meterse en la precariedad de mi instante. Tan ordinario, sí, pero tan mío.

Habrá sido pura arbitrariedad, un impulso involuntario de esta memoria coja, pero desde hace algún tiempo me vengo acordando de él. De sus manos suaves y de sus besos largos. Del olor que despedían sus hombros.

Me sorprende la efectividad de su foto en mi cabeza, los movimientos certeros, las reacciones esperadas. Me vuelvo almanaque manipulado por un esmero que me trasciende, pero que depende de mí. Hay una tímida revolución aquí que me hace pasearlo por dentro de mis muslos, desmintiéndome, y un poco, condenándome.

Y tú, alegre desmemoriado, ¿habrás reparado en mi fantasma? ¿Te preguntarás –con cierto escándalo por lo inapropiado del recuerdo– que será de mí?

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Margarita

sábado, 20 de octubre de 2007

kadichon

Su centro de dolor se debatía inútilmente. No encontraba en su alma una sola hendidura por donde escapar… ¿en qué parte de la tierra podía encontrarse un hombre que tuviera la piel rizada de más pliegues de amargura? Sentía que no era ya un hombre, sino una maya abierta de piel, que se plasmaba y gritaba a cada latido en sus venas.

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Ana

domingo, 14 de octubre de 2007

some standard

Tell me ten cents for why
And should this be a message for me
I'd reply through mailslot lids
And telephones
Wake up at home near an atlas and globes

Tell me trips ready
And then a second letter would tell her forget me

...

Another place and better
Ticket of inspection is the most social since early morning
With birds and sweaters

Running and jogging is possible two blocks down
Over the underground
It drops you off unfettered

Un...

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Mr. Fixit

sábado, 6 de octubre de 2007

urban monotony

De entre las cascadas ineludibles de las alforjas plateadas,
Brillan con serenidad suprema los ejes de tus desplazamientos.
Suelta que no tengo prisa
Ya estoy cansada de esta agitada manía de vivir
Preciso de um descanso, cerrar los pies por cinco milésimas de segundo
Ao mismo tempo que meo coração se atormenta y se sosiega sin permitirme entrar.
Calla que ya no lo soporto \ deja de lado los excesos que mi piel se revienta progresiva e incómodamente sin preguntar
Y mi cuerpo se estría así, con cada gota que escurre o queda impregnada entre vértebra y visera.
Suéltame. Déjame. Quiero respirar.

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Ana

semáforo

El rojo brilla en su cara abierta. Se prepara para dos minutos de fama, o de piedad comunal.Una bola transparente baila sobre sus hombros. Parece que los brazos murieran de risa cada vez que la pelota roza su piel. Baile desordenado de huesos apayasados. Todo pasa en un instante que, a pesar de su fugacidad, parece reunir el cansancio del tiempo, la larga espera de una buena noticia que no llega. Cuando el verde llena las capotas de los autos, se les devuelve algo (¿la paz?) a los testigos apenados por ese circo improvizado. El chico agita su mano, ríe en el mismo borde de su llanto, lanza una mirada preocupada. Piensa, – yo sé que piensa– en algo terrible que está por pasar cada vez que abre su sombero y las monedas caen. Y él se muere, tan correctamente, tan generosamente, buscando las sombras en medio de esta interperie solar, mientras espera decididamente, el próximo cambio de luz.

jueves, 4 de octubre de 2007

dizzy trees

Fantasmas verdes salen de mi pecho. Memoria aurática de los días que te tuve. Afiche nostálgico plegado en las esquinas de ese cuarto oscuro y pudoroso que es mi memoria. Sabor a yerba, olor a tu camisa. Delicados flecos del pasado se acurrucan en mi pecho y me cantan canciones en silencio. De esas que se cantan al filo de la vergüenza. Espectros hechos de la meteria del viento se espesan en mi cuello y me sueltan a la mar, orientados por los sonidos de mi cabeza. Canción almejada, encaracolada en el corazón de mi cerebro. Esquizofrenia de colores celestes y dorados me alcanzan el mar.

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Margarita

Las rodillas de los pájaros

Le pregunté ¿por qué saltan los pájaros?
Rizos negros me responden “los pajaritos no tienen rodillas”
Voz de mujer me susurra el secreto
de esa andanza saltarina de árboles y ramas.
Me lo cuenta y yo me veo saltando
desde tu piel
hasta la suya.
Te miro mientras me como mis rodillas,
cayendo de bruces delante de sus pies.

Pies blancos con voz de mujer me miran
compungidos por mi destrucción.
Se acaban las articulaciones, se me agotan las coyunturas.
Ya no puedo caminar,
ya no puedo flexionar mis piernas que ahora se entrenan para saltar.
Y descubro el dolor suave de mis hombros
escupiendo plumas coloreadas.
Y tú la miras, y le sonríes
y ella canta con su voz de mujer la canción de los pájaros
y me mira desde un sitio lejano.
Y yo, sobre una rama,
hecha un mar de plumas,
me abrazo a las copas de los álamos.

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Margarita

martes, 2 de octubre de 2007

a pie

Este raro y antiguo ejercicio de andar. De llenarse los ojos de tierras extrañas y de gente que marcha tan igual.

Y de niños que juegan en otras lenguas y de hombres que son como niños, mirándote llenos de sonrisas porque saben que esa que pasea no eres tú, y que lo que te rodea no te pertenece. Eres desvalijada. Rediviva de insomnios y de trenes, como un espectro prematuro que anda sin haberse muerto.

Me duermo en camas prestadas, acostada sobre el rastro de todos esos otros que volcaron sus sueños en el mismo lugar que besa mi espalda. Busco un rostro familiar dentro de toda esta maraña universal y pregunto alguna pregunta llena de bondad. Entonces, te veo, y miro toda la tierra. Las formas de aquellos cuerpos que agrietaban mi cama pierden su anonimato al escuchar a ese chico tumbado a mi lado. Cómo descansan las legiones en tu pecho, mudas de tiempo.

Salto a tu cama. Inicio otro viaje dentro del viaje.



Margarita

lunes, 1 de octubre de 2007

pequeños crímenes

Es largo este silencio de luces apagadas y bocas cerradas. Aquí el sol no sale. Se lo comen las persianas. Se lo devoran las ramas de los árboles que traen insectos a mi cama. Y los insectos son como pequeñas culpas. Maldiciones eternas en la punta de tus mil lenguas. Como el recuerdo de los días agrios en los que te busqué con los puños cerrados. Inmundos, como las letras silenciosas que salieron de tu boca. Y aplasto estos insectos con la punta de mis dedos como si aplastara tu boca pequeña, triturada en mi espalda. A las mariposas les corto las alas. A las cucarachas les corto las patas, y a todos los demás que no sé cómo nombrar (porque en países extraños los insectos carecen de nombres) los encierro en un pote de cristal. Y los veo morir.


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Margarita