lunes, 12 de septiembre de 2011

están las voces hablando, sentadas en el sofá. hablan las voces de aquellos hombres. siempre de los hombres. y de la noche, de las blusas cortas, de los jeans bien ajustados.

los nombres y sus pequeñas tumbas, sembradas en la boca del estómago. las voces ríen, mientras yo insisto en un miedo antiguo. la ausencia del gato no se aguanta ya.

tengo que hacer algo.
otra vez es septiembre.

viernes, 9 de septiembre de 2011

en un café

quizá, este café, sea el principio de algo.

los muchachos y sus mochilas abiertas, riéndose a lo lejos.
las muchachas, escondidas en sus sillas trabajan en lecturas complicadas.
algunos testigos miran esta escena y se inventan cosas.
el hombre, cuando cierra las ventanas, recuerda algo triste.
hoy empezó el otoño. hay gente alegre. hay gente que se asombra.
la simpleza de este lugar me acorrala, con cierta dulzura.
la claridad de este día puede nublar el entendimiento.
llega un señor y se tropieza con una silla. pequeño evento de grandes dimensiones.
avergonzado, camina hacia afuera.
un tropezón sencillo con una silla puede doblegar tu espíritu.
es así. la fragilidad humana.
el muchacho de la barra quiere acercarse, pero no sabe cómo.
él también ha sido frágil. aunque ahora lo disimule. con esos brazos.
con esos dibujos en los brazos...
las muchachas y los libros. las voces y lo difícil.
los muchachos sacando cosas de sus mochilas. metiendo cosas
en sus mochilas.
el hombre con su tristeza de ventanas, la silla, la maldita silla, riéndose
del hombre y su verguenza.

inútil merodeo de las cosas, de la gente, del espacio.
inútil el reflejo, la sombra, la ceniza, la espuma.

después de todo, la palabra no era frágil.