lunes, 17 de mayo de 2010

para Mara Pastor

los cudriláteros de lluvia me persiguen. gracias a ella. me persiguen. quizá sea porque no ha parado de llover. llueve que te llueve, dice mi mamá. lo dice cuando sale de la casa, y otra vez, cuando llega cansada del trabajo. como si así se desquitara del agua. llueve que te llueve. cantaleta de la lluvia. yo, sentada en el centro de estos cuadriláteros de lluvia. yo, muy breve, muy ligera, abriendo un paraguas. sentada, piernas cruzadas, tremebundeando aguitas. yo, de rodillas en el centro, cerrando el paraguas. el agua entra. no me moja, el agua resbala por mis hombros, pero no me moja. es que ni siquiera puede, el agua, mojarse a sí misma. eso es lo raro de los cuadriláteros de lluvia. agua como brisa. agua seca. yo veo su boca en pleno vuelo. veo un micrófono, veo sus rizos atormentándonos a todos. y ella dice "cuadriláteros de lluvia." y yo supe, yo supe que esto me perseguiría. para siempre. ¿y qué? ella dice, ella dijo, "no se vive de la poesía, pero se está en ella". puede ser, pero yo siento que vivo, yo creo que por estos días me alimento, únicamente, de esos cuadriláteros de lluvia.
hay una grieta en el techo de mi casa. cada vez se hace más grande. ayer, la noche tembló. ayer un pedazo de tierra, un pedazo de tierra que a veces sirve como país, como casa, como el lugar del odio, tembló.

hay una grieta en el techo de mi casa. una grieta al lado de una noche en pleno temblor. ahora está más grande. es lindo ver cómo una grieta se hace fuerte. anoche, acostada en el sofá de la sala de mi casa, miraba esa línea, esa herida granular escupiendo pedacitos de pintura blanca. llovía. llueve mucho estos días, y la grieta comienza a traficar gotitas de agua. la grieta ya no es sólo una grieta. ahora es también gotera.

es lindo ver cómo una grieta (una grieta casera) se hace grande, fuerte, multifacética.

claro, caro que pensé en mis grietas. tengo 29 años. soy una adolescente a destiempo. sí, yo veo la grieta y me dan ganas de escupir gotitas. ¿llorar? llorar por nada, por todo, cuando tienes 29 años, es medio ridículo. claro que pensé en mis grietas, en mis temblores, en la pinturita de mi cara que se va deslizando cuando las gotitas. asoman.

si tiembla otra vez, si temblara esta noche, otra vez, la grieta se abrirá más, y quizá, puede que hasta deje de ser grieta. y no es miedo lo que pasa, es pueril curiosidad por lo que salga de ahí. porque una, a los 29 años, todavía no sabe qué cosas se esconden detrás de una grieta. y esta casa es tan vieja. como yo. mi edad toda arrugada. parece que la piel aguanta más. que el cemento y la varilla.

parece que. y yo no sé, yo no sé si quiero saber lo que habita detrás de una grieta.