si no fuera por el peso de los hombros, por la pena, que confundo con cansancio. si no fuera por esta maniática disciplina del insomnio, de horas muertas acostadas a mi lado, saldrían otras cosas. pero por ahora, esto es lo que hay. y está bien. digo, está bien, aunque esté rejodidamente mal. porque estoy cansada, porque tengo los ojos hinchados, la cara marcada por un sueño que no llega, porque arrastro los pies... aunque a veces pienso que son los pobres pies los únicos que laburan acá y que el arrastrado es mi cuerpo que no quiere.
no quiere esto, no quiere eso, no quiere aquello, no quiere lo otro.
y es que desde hace algún tiempo, viene queriéndolo todo. todo lo que no es. todo lo que no está, todo lo que se fue. y entonces es cuando me canso. entonces es cuando siento la responsabilidad de cansarme de estos pájaros, de este cielo estúpido que vomita sol, de estos árboles ridículos que no saben ni ser sombra, ni asombrarse con el viento que no sopla.
Nada responde porque Nada pregunta. y eso cansa. eso mata.