sábado, 20 de octubre de 2007

kadichon

Su centro de dolor se debatía inútilmente. No encontraba en su alma una sola hendidura por donde escapar… ¿en qué parte de la tierra podía encontrarse un hombre que tuviera la piel rizada de más pliegues de amargura? Sentía que no era ya un hombre, sino una maya abierta de piel, que se plasmaba y gritaba a cada latido en sus venas.

By
Ana

1 comentario:

Desvalijadas dijo...

siento que me voy por el hueco que tu escritura crea