viernes, 14 de agosto de 2009

teclas

no es música de fondo. a menos que el fondo se haya confundido con la superficie, que no es superflua, digo, superficial. es lo que es. lo que pasa, lo que se ve, lo que ocupa este primer plano del que yo a veces quisiera irme. no, no es música de fondo porque yo estoy aquí, y sus manos recorren el piano y sale la música. triste, tristísima. música gris, música gris con acentos amarillos y azules. son sus manos, las teclas, mi cuerpo agotado en la cama. mis dedos recorriendo un teclado del que no sale música, pero sí algunas palabras. palabras que pueden ser grises, azules, amarillas. palabras tristes tristísimas. como nosotros estos días. ¿es esto el amor?

su espalda es una muralla, su espalda: camino lento, dureza sofocada, una nube anquilosada. su espalda blanca, sin ningún rasguño, sin ninguna marca: evidencia de todo lo que no pasa. evidencia de lo que pasa en otra espalda que se recuesta delicada y toda magullada en otro espacio que no es éste.

porque aquí solo habita el dolor de un piano, la idea remota de la suerte, el olor del sol cuando ha viajado mucho y llega, cansado de árboles y de cables, de espaldas y de besos, a meterse debajo de la almohada.

1 comentario:

ingrid dijo...

creo que de pianos y de espaldas entiendo bien. no hay nada mas triste en el mundo que una musica viva pero triste saliendo de las teclas de un piano. y ya te fijaste que en las casas, donde los pianos suelen estar recostados en la pared, uno siempre toca de espaldas para ti? uf, tantas teclas, tantas espaldas...