Yo no sé de la magia del tiempo
ni de esos días que me salpican horas muertas
llevándose mínimos pedazos de mi cuerpo.
No recuerdo el orden de la lluvia,
su conjugación pasada en mi cabello.
Veo que he perdido la gracia en el ejercicio de la vida,
en el intercambio de miradas.
No sé cómo hablarle a mi padre,
o cómo escribir mi historia.
Olvidé todos los cuentos de hadas,
y las canciones que dormían a mi niño.
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En cambio, yo recuerdo tantas cosas. A veces vienen a mí recuerdos de absurdos momentos, son como ráfagas, se lanzan hacia mí como perros furiosos. No sé qué los llama, qué los convoca, de dónde viene, por qué aparecen, por qué ahora.
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