domingo, 18 de noviembre de 2007

Otoño caído


Cuando el frío se viste de fuego y las hojas, todas, recorren la ciudad. El día se vuelve austero estrenando colores que le recuerdan el principio de los tiempos. Hay una hoguera encendida y parecería que fuéramos nosotros sus leños. Son días de una alegría tan solemne que se enciende la melancolía, de un sólo toque.

Todo va cayendo, desordenadamente, en su sitio: los árboles alargan sus caras, los hombros se aflojan, cada pisada cruje. Se va desbarrancando el otoño.

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