martes, 5 de junio de 2012

A Lorenzo García Vega, in memorioum

"Ese ángel/ ése que niega el limbo de su fotografía/ y hace pájaro muerto/ su mano/ Ese ángel que teme que le pidan las alas/ que le besen el pico/ seriamente/ sin contrato/ Si es del cielo y tan tonto/ ¿por qué en la tierra? Dime/ Decidme/ No en las calles, en todo/ indiferente, necio/ me lo encuentro/ ¡El ángel tonto!/ ¡Si será de la tierra!/ -Sí, de la tierra sólo."         
                                                                                               Rafael Alberti, El ángel tonto



Foto de Pedro Portal
 
 
¿Puede alguien
a esta hora
escuchar el llanto seco
de un papagayo
de plástico?
¿Habrá alguien
que entienda
la tierna violencia
de su canto cerrado,
de su vuelo prohibido,
de su aleteo inútil?
Fiesta de colores,
danza de la muerte
que se hiela, que se guarda
como una vergüenza, o
como una culpa
en el rincón más remoto
de la casa.

Pero dime, decidme, ¿habrá
alguien que se atreva
a ignorar el gimoteo
de un carrito de supermercado?
¿Habrá quien pueda
no amar su angustia de metal
echada a rodar?
¿Quién desarmará ahora la mañana?
¿Quién dirá que No
cuando todos digan Sí?
¿Quién perderá el sueño
para poder soñar?
¿Quién, digo, quién interrumpirá la noche
para dar fe de todo lo que ya no cree?
¿Quién consolará al dolor
de su dolor? ¿Quién morirá
de muerte lenta y natural
por lo bello que se esconde
de nosotros, en nosotros?
El color, ¿de quién se enamorará?
¿Con quién se desahogará el refrigerador?
¿Qué será de todas estas cosas
que se han quedado huérfanas,
enfermas de realidad,
adictas al sin sentido de tu idea,
a la frágil muerte que inventaste
para que vivieran?

“Lorenzo al agua”, te gritan ellas
tendiéndote una trampa,
fingiendo plagios y bautismos
a deshoras,
agarradas de tu palabra:
cristal que se desdobla,
espada que regresa para sanar
una herida que no existe,
una herida que se hereda
como un regalo maldito, o
como una deuda
provisoria.

Ya todo está listo para la cajita:
1. El papagayo y su fe de hierro (plastificada)
2. La estatua del ángel que tanto quisiste ver
sembrada en tu patio, orinando sin piedad
la noche en la que ya no te acuestas
3. La locomotora cargada de tesoros sucios
4. El cristal rosado por donde un día
miraste la ciudad

5. El año: 1936
6. Una frase y un Maestro

7. El rostro de papel de una niña de cristal,
atrapada para siempre al otro lado del mar;
8. La tierra fea y colorada de tu Jagüey Pequeño;
9. La colchoneta que un día fijó su vista en ti
10. Su risa, la risa de ella, obstinadamente joven,
sustento de tu pobre, riquísima existencia.



 
El mediodía se fatiga
juntando tus pedazos. Buscando
con los ojos cerrados
un consuelo extraño.


que anotaste hasta la fiebre
del aire que respiras,
dime,
¿cómo te borrarás
de todas estas cosas?

Foto de Pedro Portal
Dime, logar8, tú que siempre fuiste
tan torpe para la vida,
¿cómo sobrevivirás ahora?











                                                                                                            

6 comentarios:

Elías Mendi Isasi dijo...

que dolor. estoy tan triste, desvalijada. que rara orfandad.

Luis Othoniel dijo...

y ¿quién puede contestar estas preguntas? un poemazo

Luis Othoniel dijo...

y ¿quién puede contestar estas preguntas? un poemazo

Mara Pastor dijo...

un abrazo, margarita. qué hermoso homenaje.

sean manning dijo...

Esas fotos, y yo de entre bastidores pude mirar. Y este poema tuyo que ahora miro. Y ese poema suyo: "Miro mis sentidos. Como en el estanque, / hay deshojazón sobre sus ondas." Gracias.

Blanco White dijo...

No es consuelo la palabra, pero el homenaje siempre dialoga.