sábado, 22 de enero de 2011

pobre

nieve y ceniza, hoy, pareciéndose. buscándose, casi. sigo sin aprender a que me salgan ciertas cosas. ya no planifico casi nada. me pregunto si será tristeza y nada más. me pregunto, también, si la tristeza es de origen biológico, o si me la contagió el árbol llorón que está frente a la ventana. me pregunto y no me respondo.
sacar la cabeza, respirar ese aire frío, ahora, podría resultar benéfico. pero me quedo sentada, detrás de un escritorio ocupado por tantos papelitos que a veces, te juro, dan como ganas de llorar.
quise hacer algo memorable, algo bello, poético. saqué el cenizero y dejé que la nieve nevara sobre él. olvidé la nieve, soñé con la ceniza y a mi regreso, los papelitos se habían hermanado en llanto. se me olvida que la nieve es agua lastimada.
ahora sólo quiero servir de contraste para tan triste escena.
ayer compré botas. corrijo: ayer me compraron unas botas. regalo atrasado de cumpleaños. me las puse y me dieron ganas de bailar. me sentí mejor, aunque no bailé. a veces basta con tener ganas de algo.
ando bastante mal de dinero, pero las botas son tan lindas. y él me dijo que me las merecía. yo le creí.

viernes, 21 de enero de 2011

75 minutos

un pequeño acto de rebeldía. no escribí en el blog hoy. ya no es hoy. es casi mañana, aunque haya mucha gente que no lo sabe. no, todavía no. ¿es amigo el tiempo? todos dicen que no, pero yo lo amigo aquí. ahora. y digo ahora como si pudiera tocar este pedazo de tiempo que se hace tronco de árbol sólo porque yo lo quise escribir. ¿te das cuenta? el tiempo sólo es tiempo si le inventamos otros pequeños tiempos que compitan con él. palabras.
una maldad, leve, tranquila, como de juguete.
porque hoy no es exactamente hoy, y ayer ya fue. "un friendly reminder", y un recuerdo de verano. lo amarillo y lo azul, devorándose. ¿y hoy? ya lo sabes, hoy no es nada.

miércoles, 19 de enero de 2011

Enero 19, por la noche

Rasca la noche en mis dedos pequeñas resolanas. Dice Ana que hoy hace mucho frío. Yo le dije que no, que no era para tanto. Ella me miró, muy madura, sabiendo que lo que quería era contradecirla. Me cedió la batalla. Yo dije que había salido y que me parecía buena la noche. Qué insistencia tan poco productiva la mía.
En la cocina suena el arroz. Hoy se comió bien. La muchacha del pelo largo, y el novio de la espalda ancha.
Qué lejana se ha vuelto la gente. Llegan escoltados por un silencio extraño, y se quedan, como colgados de las esquinas de tu casa (!de tu propia casa!), mirándote impasivos, con ganas de no tenerte ganas.
No, él todavía no me habla.
Qué ceniciento el deseo de estos días.
Mael vino a visitar. Palabra sobre palabra. Sus manos y las palabras. Jugando al gato y al ratón. "No sé si me expreso bien", dijo con poca fe, creyendo que no dice nada, ablandando sus hombros en la butaca que nunca uso porque es la butaca de la visita. Y aquí siempre hay visita.
Lo admito. Esta noche hace mucho frío. Espero que Ana no lea el blog.

martes, 18 de enero de 2011

Molinos de huesos blancos veo girar

Me he propuesto escribir en el blog todos los días. Pero no sé. No me gusta la presión. ¿Por qué me lo propuse? Quizá para imaginar algo que todavía nadie ha imaginado. Es posible. Cómo me rejode la gente que habla de la originalidad como un bien perdido. ¡Un bien perdido! Como si alguna vez lo original hubiera sido un bien adquirido. Todo es un origen, todo, siempre, pariéndose y bifurcándose tan originariamente, tan originalmente. Inmanente a todo ruido, a toda sombra de ruido. Lo que calla, calla siempre por primera vez.

Y uno espera, digo yo que uno espera, a veces con paciencia, a veces con furor de uñas, a veces agarrados de una tremenda inconciencia, a que pase algo. Uno espera que algo se transforme. Que la palabra que es rasguño y que no logra decir nada, diga.

Escribir estos días es un milagro.

Esa canción y los molinos, otra vez. No puede ser.

domingo, 16 de enero de 2011

30 años

Hoy cumplo 30 años. Afuera el hielo sigue dando la batalla. El sol quiere derretirlo. 30 años: sentí que debía escribir algo, pero la verdad es que no sé. Qué decir, por qué decirlo.

Esta mañana me desperté más temprano que de costumbre. Estaba cansada, pero sentía la obligación de dejar la cama. Puede que quisera celebrarme, desde temprano, en esta casa casi vacía, en donde el silencio se deja quemar por los dibujos que hace el sol en la pered de la sala.

Hoy cumplo 30 años, y es como si no pasara nada.

sábado, 15 de enero de 2011

todo el fuego

no se sabe bien, pero estos días, parece que todo está hecho de fuego. y un gran muro blanco fente a la ventana dice que no. porque la nieve arrecia. porque el sol sólo sale para derretir el hielo. pero por las noches, en mis sueños, es el fuego. comiéndoselo todo, arañando hasta las uñas de los gatos más oscuros. montañas en llamas, y un cansancio viejo. yo, pequeña y flaca, temblando los ojos rojos. y todo tan antiguo, todo, como en sephia. fuego adentro. la imagen afiebrada mojando la almohada. todo lo que leo, en las noticias, o en mis libros, me remite al fuego. no sé cómo no me acabo de quemar.

lunes, 3 de enero de 2011

Flor o el fuego. Homenaje a Jim y a Bolaño.


"Se llamaba Jim." Así comenzababa, creo, un cuento de Bolaño. Jim mirando el fuego. Jim, tragando palabras como quien traga pedazos de fuego. Malabaristas. Bolaño narrando a Jim, volviéndolo liviano y contundente, amarrándolo a sus palabras y al gesto triste de sus manos buscando bolsillos.

Y es que, mirando a Flor el otro día, después de tanto tiempo, pude entender un poco el fuego, o la ilusión del fuego que obsesionaba a Jim. No sé muy bien cómo se fueron atando estos cabos. Quizá aquellas luces de navidad rebotando en su carita de niña como en medio del desierto, me devolvieron al relato. Jim en la ciudad de México, sobreviviendo a la terrible belleza de un fuego que sabe ser amaestrado, y Bolaño, acostado bocarriba en una playa cualquiera incendiado por mil demonios, todos afiebrados. Y Flor, mi Flor de siempre, mi Flor que es sirena, y que es la risa, y que son las canciones de dos niñas saltando al vacío en una noche de verano que se repite más que todas las islas juntas, no sabe de Jim, ni sabe de Bolaño. Y tampoco sabes, Flor Celeste, que yo escribo estas líneas para ti, aunque no quieras amarras, ni reales ni virtuales, aunque te niegues rotundamente a hurgar en este universo de blogs, de emails, de facebooks, y de todas esas cosas que no saben sacudirte el polvo de los pies.

Flor no contempla el fuego, pero el fuego la persigue, y le va dejando una estela de ceniza en la piel. No, Flor no mira el fuego, pero cada vez que yo la miro a ella, algo adentro se quiere quemar. Y sigue pasando el tiempo, y siguen pasando los días en donde no cabemos juntas, y seguimos riéndonos de fuegos pasados, buscando quemaduras viejas, encontrando soledades, extrañandonos tanto.

Pero Flor y el fuego. Su pelo largo contando secretos, su boca pequeña acunando palabras muy grandes, sus rodillas fuertes, a prueba de golpes, de arrecifes, de océanos, de balas.

Y te sigo en el recuerdo mi Flor, colocando espejos en el fondo de una piscina para ver cómo nadaban las sirenas. Saltando de espaldas, cayéndote de lado, tirándote de cabeza, tan llena de barrancos, resbalando a propósito, violentando el vacío con tu risa, consumiéndote en ese fuego tan tuyo que no quema.

Porque Jim y el fuego: espalda encorvada reposando silencios. Porque Bolaño y el fuego: quemaduras a destiempo. Porque Flor y el fuego: desapareciendo lentos, en su marcha de cristales rotos, prendiendo un cigarro a lo lejos, murmurando sanidades, apagando, a veces, todos mis incendios.

martes, 23 de noviembre de 2010

Ficción de Venado







Fue
Casi
Como ver a un
Venado
Saliendo del agua

Y querer tener sed

Fue...
Cómo decir
Eso último
Arrastrado por
El mar
Absurda
Ofrenda

Fue
Como un venado
Nadando
Por los siglos
De los siglos
En secreto y como en
Fuga
Corroborando cuentos
Chinos de niños
Isleños
Melancólicos
Siempre
Ante todo lo que traiga
La marea

Fue verlo salir
Y saber que era
Mentira
Pues los cuentos
Siguen siendo
Cuentos
Y los ojos
Mienten
Y las cámaras
Mienten
Y las voces
Atravesadas por el
Viento
Seguramente
Mienten

Porque los venados no
Existen
No en una isla
No nadando en playas
No así
No mojando el
Viento con sus patitas
Frágiles
Temblorosas
No, no así
Con esos ojos grandes
Con toda esa
Tristeza marrón de
Arena mojada

Visiones
Yo lo sé
Yo lo digo porque sé
Que no hubo nunca un
Venado mojado
Inquieto y
Como desnudo
Saliendo de ninguna
Playa


http://www.youtube.com/watch?v=qsP1CPedBRQ&playnext=1&list=PLD53BB189E932C1E5

miércoles, 17 de noviembre de 2010

para Ingrid


déjala que encienda otro, no le preguntes del hielo, dale fuego, dale luz, dale viento, que a veces el álito de vida viene envuelto en humo, déjala que baile, que se pierda entre esos hombros, que salte sobre una mesa, sí, déjala que baile, ayúdala a cansarse, espántale el imsomnio, arrópala un poco, pero déjala, como una flor lunar abierta al frío, que suba, que baje, déjala que se pierda, pero pídele que vuelva, déjala que siga con su ritual de pestañas quemadas frente a la pantalla, y déjala que cante, y que se sirva otra copa, mientras pinta ángeles, como ella, tan caídos, ángeles cansados de cielo, y no le digas, no le grites, no le muerdas las ideas con tu calma, no le estrujes el vestido con consejos, no la jodas, loco, no la jodas, y déjala que sea la que siempre te desea, que se desgaste entre tus dedos como arena, como playa de bolsillo: pedazito de sol, ella, y déjala, que siga recogiendo pájaros muertos por la mañana, y que se queme los dedos si quiere, que escupa ceniza, déjala, si es linda, déjala que se embellezca, y que destruya todo lo que pueda, dale vidrio, dale procelana, y déjala, que maneje como quiera, dentro de las líneas casi simepre, bordeando el camino que se inventa, déjala que sea mapa, que sea ruta, atajo, o barranco, si después de todo, 
Ella siempre llega.

martes, 5 de octubre de 2010

irrespirable con colores de un casi otoño. ojalá las cosas no tuvieran que verse desde estos puentes tristes que me invento. parece como si se fuera a terminar algo. ¿una historia? las imágenes no me alcanzan ya. y las palabras... tan lentas y secas.