miércoles, 27 de mayo de 2009

La piel de Ingrid




La piel no perdona. Ingrid se hizo su tatuaje. Me lo dijo en febrero, que eso iba. Lo del tatuaje. Estuve esperando como 5 meses para ver ese verso de Lezama atrapado en la piel de Ingrid “Y si el cuerpo como un bulto se perdiera en el orgullo reposado de su devenir.” ¿Atrapado? Quizá la atrapada sea ella. La piel no perdona. Ingrid lo sabe. Digo yo que lo sabe, pero, ¿quién sabe? Yo no se lo he preguntado. Lo intuyo. La intuyo. Ingrid es de esa gente que uno intuye. Eso, o todo esto es parte de mis prejuicios, prejuicios que uno siente como percepciones agraciadas, justas y muy inteligentes. Lo que pasa es que Ingrid es brasileña, y a mi me pasa como a todos (no se hagan) que nos creemos que ellos saben todos los secretos que guarda la piel. Y la piel no perdona. Repito.

Entonces Ingrid va y se hace un tatuaje. Yo no tengo tatuajes. No sé qué se siente, no sé del dolor, del goce, ni de nada. No sé si la piel sonrie, no sé si llora, tampoco sé por qué la gente se hace tatuajes. A mí me gustan mucho, esa no es la cuestión. La cuestión es otra que yo no sé muy bien, ni me importa aclararla ahora. El caso es que la Ingrid se hizo su tatuaje. Un tatuaje lezamaniano. Un tatuaje que comienza en la plenitud de la incertidumbre. Y eso es lo que más me gusta de este tatuaje. Intenta lo indeleble mediante el devaneo de la duda. “Y si…” Ingrid está marcada para siempre, pero es una marca que no dice, que no afirma, ni siquiera pregunta. Borra un poco y sugiere, si se quiere.

Y entonces, es el cuerpo. Es un verso acerca del cuerpo grabado en un cuerpo. Y el cuerpo es (podría ser) un bulto que se pierde, ¿pero en dónde? En su orgullo dijo Lezama, y no sólo en su orgullo, sino en un orgullo reposado que para colmo reposa en su devenir. De pinga. Eso lo dijo Lezama, y eso dice Ingrid. Porque la repetición, la cita, el cigarrillo prestado son también nuestros. Ingrid le presta con orgullo su bulto a Lezama, esperando que el devenir se cumpla cada día, todos los días.

Y esperando también que se acerque algún amante intresado en cuerpos, pieles, palabras, poesía, y quizá (pero esto no es imperativo, esto se lo dejamos a la Ingrid) que sepa quién carajo era Lezama. Ese, el cubano, José Lezama Lima.

sábado, 2 de mayo de 2009

antes que nada



unos besos
acá y allá

unos besos blancos
¿tibios?
no sé
besos como de papel
escritos, leídos, inventados
como todo Él

la rodilla vino primero

antes que nada
una rodilla pidiendo cariño
después una mano
su mano
la mano de Él
en mi rodilla
muerta de miedo
me estiro,
me rompo un poco la piel
y lo dejo
hacer y deshacer

antes que nada
unos besos
que nunca pasan
pero que yo los sé
cómo son
cómo se ven

cómo huele su cuello
cuando besa
yo lo sé

y pasa la noche
y pasa una palabra
amarrada
a otra palabra
y pasa la música
y los calamares
pasan
de boca
en boca
pasan

clamor de los mares
todo es agua
aquí
debajo de su mano
una brisa me borra
la mitad
la que queda

antes que nada
besos brisados
manos de rodillas
rodillas que son manos

¿ya casi?

culpa y razón
antes que nada

pero
después de todo
sus dedos y mis dedos
los huecos de sus ojos
haciendo un hueco
en el eco de los míos

mis ojos en los suyos
black holes

una noche pequeña
una casi noche para dos

viernes, 17 de abril de 2009

después de todo

y después del silencio,
silencio.
un mar de flores blancas
como muertas en el suelo.
pero flores
al fin.

after all, flores blancas
muertas como se muere
la ventana cada vez
que tú no pasas.

antes también
era el silencio.

silencio
sobre
silencio.

un ramillete de muertes
convertidas en rosas.

están cayendo
hojas blancas
sobre tu cabeza.

y no es que te espere,
no es tanto eso
como que se pase el día
sin que yo lo note.

flores trenzando gargantas.
margaritas ahorcadas
debajo de mi cama.

por ahora sólo sé saber las cosas.
un ojo como de papel,
un niño subiendo escaleras
una mujer hecha de sol
quemándome las pestañas

y el alma toda magullada,
mi alma toda de rodillas.

puede que se joda la cosa.
en este punto...
puede que se joda esto
tan bonito
que apenas
des-pe-ga-ba.


after all, flores blancas.
de muerte mancilladas,
pero blancas.

después de todo.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Lejos

Ya no es tanto eso de estar fuera de lugar. Ahora es como un estar lejos. O como un sentirse lejos. Un borde agrio que se intuye debajo de los pies. A veces. Últimamente, casi siempre. Lejana, pero sabiendo lo que pasa allá. Al otra lado. Es decir, acá. ¿Me sigues? No todo lo puede explicar uno de forma adecuada. No siempre se adecúa uno al espacio, a las gravitaciones, a las mareas. No es que no se sepa estar. Se está, y se está bien. Pero lejos. Siempre lejos. Como detrás de una ventana cerrada.

Estos días me ha pasado. La lejanía. El querer hablar y sentirme tiesa en la palabra. ¿No te sentiste nunca como atrapado en un paréntesis? Pues así. Más o menos. A veces se lo achaco a él. (A veces, creo, te extraño) No sé. Como que necesito un poco el dolor ese que se cuajaba en cada palabra nueva que inventaba. Era el dolor. Pero era una casa. Ahora……………… todo lejos. Voces extrañas como atravesadas por una cortina de agua. Silencios plateados trepándose por mi garganta. Antes el silencio no era así. Ahora todo está en guerra. La casa, las voces, los silencios. Tú no. Tú no estás.

Quiero que se me entienda. Aire seco. Lluvia mojada. Todo bien. Todo normal. Pero lejos.

Todo (tus ojos, tu pelo, tus dedos) está como metido en un bolsillo que no es mío.

Lejos.

domingo, 8 de marzo de 2009

otro jodío poema. a cuestas.



…y digo, no es que la cosa se simplifique

en la poesía.

ahí ocurre el tranque alegre de las voces,
de los gritos, de los graznidos. y del llanto.
un viento breve despeina la palabra
y un árbol quiere nacer. aquí y ahora.
yo le veo la semilla. eso es. que aquí,
y a esta hora, pasa algo, nace algo.
algo se quiere formar, como una
enredadera en busca de paredes.

y la pared, a veces, parece que soy yo.
y yo no quiero ser pared, no quiero ser
la columna de donde se recuestan ellas,
tan cansadas de noches y de lentejuelas.
(sí, estoy hablando de la palabra
y de los colores y de las plumas de los pájaros)

hace tiempo que no salgo. hace tiempo que
no uso un vestidito de esos que brillan.
hace tiempo que no enseño las piernas
pero ahí están, colgando de mi cintura,
en el mismo lugar. hay cosas que no cambian.
como la manía de nombrar. pero estoy
claudicando, desistiendo de la sintaxis.
buscando el negativo de una frase rota
que me soltaste un día. eso es lo que hago.

jugar a ser la premonición de una noticia vieja.
ser el recuerdo de eso que olvidaste, que todos
olvidaron. ser testigo de las sombras. ¿memoria?
no. yo tampoco la tengo. ese es otro juego.

ahora yo. sola y en cantos.

no esperes una alegre melodía. esto toma tiempo,
y quizá no pase nunca. primero lo primero.
hay que disparatar. hay que joderle los oídos,
hay que desangrar la garganta. salivar el esqueleto.

fluctuar.

ser la inflexión esa que se insinúa
en la curva de su cuello. habrá que hacer otras cosas,
pero por ahora, con eso cuadramos. ¿Estamos?

sábado, 7 de marzo de 2009

En blanco



La materia del relato. O la protomateria, mejor. Esa es la cosa. Lo de adentro, la felpa, lo que antecede a la forma. El advenimiento de la forma. Mis rodillas son materia de relato. Se podría armar una historia compleja, y hasta bonita, a partir de las rodillas. No sólo de las mías. Piénsalo. La mesa del comedor en donde el gato se acuesta. La mesa en la que comíamos los tres hace como mil años. El tiempo. Esa es la otra cosa. El tiempo del relato y el tiempo en el relato. Hay que agrandar la palabra. Hay que estirar el trazo. Marcar la ruta de tus pies cuando se van, fomentar la llegada de un abrazo. Vamos a ver qué se puede hacer. Siempre hay que ver lo que se puede hacer. Los materiales están por ahí. Van apareciendo de a poco, o de sopetón. Y a mí me gustan las costuras. Este es un relato de costuras. Ahí hay otra historia. Ahí están los reversos. No hay que buscar mucho, hay que empezar la obra, hay que meterle mano al andamiaje. Hay que andar sobre tu espalda. Hay que confiar en las canciones, y en las pinturas y en casi todos los paisajes que se enmarcan detrás de la ventana. Ya sabes que siempre he pensado que me persiguen las ventanas. Hay que ser bien arrogante coño, o quizá sólo baste con estar muy asustada. De lo que se queda adentro, o de lo que está afuera. Hay que bregar con estos putos relatos que no quieren ser. Y que por eso, son. De cierta manera, digo yo, son.

Es decir, no se trata de narrar lo que pasó aquel día de nieve. Un libro blanco. Hay que narrar la nieve. Cómo se formó, de dónde vino. La nieve en los zapatos, la nieve dentro de mis pies. Y, pues, con el tiempo se aprende que la nieve no es más que agua. Sí, ya sé que uno no debería tardarse tanto en dar con esa cruenta verdad, pero es que el mito de la nieve tarda en derretirse. Y mis pies están fríos y mojados, y eso me lleva a otra historia igual de fría y de mojada. Pero este no es el momento. Tratemos de poner orden, aunque sea sólo un aguaje. Me encanta esa palabra, sobretodo escribirla: aguaje.

La nieve pegada en mi frente. Un beso frío. Tu boca. Todo está en blanco. Y todo se pone como liviano y sus ojos se ven aún más negros rodeados de nieve. Y la huella de su peso, de esa isla en peso, descansando en la yerba que hoy no es yerba porque es nieve.

Habría que narrar más. Pero esto es todo lo que puedo hacer ahora. Y es tan insuficiente como cualquier otro relato. ¿O no? Esto me dan ganas de escribir un poema.

sábado, 14 de febrero de 2009

Categoría del "Coño, qué bien". Poesía de Octavio Armand. Muestrario de ciertas cosas que decimos todo el tiempo, sin decirlas tan bien.

Citar es como pedir prestado un cigarrillo. Quitárselo de la boca a alguien, colocarlo en la propia. Inhalar nubes, exhalar viento seco. Y devolverlo, depositarlo en la boca correspondiente. He aquí un par de cigarrillos prestados de la boca borrascosa de O. Armand, del libro Piel menos mía.

Cascada contra cáscara mueves la espuma como
mazo y borras con tu piel la piel del muro o
estas líneas que sólo el puño protege pero el
mundo es redondo otra vez y otra vez borras p
ara decir lo mismo borras porque gaviota borr
as porque espuma palimpsesto pleamar o destru
cción echando harina en las heridas y heridas
en el canto, pero las huellas regresan, una r
asgadura en la piedra y el caracol existe. ha
mbre de arena hembra de arena que inventa nom
bres y llama, como espejo abierto donde la vo
z se mira o muere y recojo labio a labio la s
aeta, palpitando

Porque la noche comienza en el mar.

lunes, 9 de febrero de 2009

por las ramas



la escritura es como una enfermedad de superficies. como un borde herido, y mojado. orilla de playa.

todo está resbalando, todo rebotando. tu voz que se quedó atrás, yo la siento, como pegada en mi frente.

escritura como enfermedad de superficies. como una fiebre de lenguas aterciopeladas rodando por mi espalda.

yo, deshilada.

ya ves. no era tan dificil desarmarme.

viernes, 6 de febrero de 2009

La Forma

Nada que hacer. Es tiempo como de silencio. A veces, parece, se rompe.

A veces.

Hoy no. Hoy me rompo yo. Hoy soy yo toda una montaña de bocas cerradas. Ya pasará. No está mal sentarse en el reverso de las cosas. Verlo pasar. Sonreírle. Quererlo mucho. Y de lejos. A mi me gustan las tramas que despegan, y nada más. Una llamita trepándose por aquí. Un incendio en la copa de los árboles.

En estos días, repito, nada que hacer. He vuelto a las andadas, pero ya nadie sigue mis pasos. Voy medio sola, medio agarrada de su sombra.

Verlo pasar. Eso hago. Practicar la espera. Y ser muy puntual.

Es posible que no se me entienda lo que digo. Pero, ¿por qué habrían de tener sentido las palabras, si las cosas no van por ahí? Las cosas van por otro sitio. Y a mi todo se me rompe. Y a mi todo me llega en pedazos. Un ojo, una boca (qué boca, cojones) un dedo del pie. El recuerdo es metonímico. Y en cantos lo vomito. Ahora es así. Estoy entrando en la disciplina del Inmaduro. Finally!

Que se joda.

sábado, 17 de enero de 2009

De vuelta

Hielo.

Pero ayer era el sol una mancha absurda en mi frente. Hoy es el hielo, esa fuente de agua como dormida en una urna de cristal. Un dedo cortado por otro cristal. ¿Diamantes?. Tengo frío en los dedos.

No como ayer.

Brisa tibia. Una playa por la noche. Qué lejos todo. Ahora es el frío. Mi cumpleaños número 28. Mis ojos señalados como por unas líneas. Mi piel toda tropezada.

Hoy es el frío una uña afilada rascándome las piernas. Todo seco, y esa piedra meciéndose en mi dedo. Tiene todo la extrañeza que tienen esas noches de verano en pleno invierno. Y sin embargo, estoy como habituada. O mejor, inyectada por una palabra que se escribe/que se dice cada día.

Ayer tanto sol. Tantas manos tibias, tantas frentes mojadas. Hoy todo tan seco y tan sediento. Viento granizado. Tanto llover un pobre hielo. Y una piedra naciendo de mi dedo.