sábado, 19 de enero de 2008

la piedra sin celada

"Por culpa de nadie habrá llorado esta piedra…"
Gonzalo Rojas


soy aquella piedra
inquieta y sonámbula
que en la noche sale a caminar

voy tramando un viaje oscuro
siguiendo la ruta que tu cuerpo
ha dejado en cada sueño soñado mil veces ya

me vuelvo tímida y ronca
[voz rocosa, sí pero tan tenue
que nadie diría jamás
que tal delicadeza
viene de las piedras del mar]

(tiemblo de frío esta noche)

aunque las piedras de frío no mueren jamás
yo sé que voy muriendo ya

es este el extrañamiento de la soledad
que tan extrañada de sí intenta venderle
sus sueños a una piedra huérfana
sin pisada, ni historias,
sin ninguna ventana por donde mirar

lo que tengo hoy es el dolor de las piedras
cuando se les acaba la dureza,
y la epidermis granular se convierte
en el aceite de los cuerpos
cuando todavía recuerdan la trama aquella de saberse amar.

domingo, 13 de enero de 2008

Esferas rotas





a veces no hace falta nada más que la almohada
y el maullido del gato que se acuesta,
(con la obscena delicadez de los felinos)
tímidamente en tu cama.

a veces hay que dejarse llenar de burbujas,
intercambiar la pisada por la cosquilla pasajera,
arrellanarse para ver los
círculos dormidos echados al mar.

verles nacer patitas. dejarlos andar.

hoy parece que se me han roto las esferas.
medias lunas, poemas que presienten un inacabado final.
Todos los pájaros van volando mal,
con un ala y nada más.

ya no puedo narrarme
en la circularidad del tiempo.
vomito esferas rotas,
caídas del cielo de mi boca.

es dificil hablar en medio
de esta atrofiada lunaridad.
dificil escapar de la bella cicatriz
galáctica dejada aquí, a medio terminar.

espaciamiento lácteo
en la vía del amor enamorado de ti
cada vez que te enamoras
tan enamoradamente de mí.

viernes, 4 de enero de 2008

Ciao

Otra vez las maletas, las malas maletas abriendo sus bocas de sal. Muertas de sed me miran, amargas, acostadas en la esquina habitual. Rebano la partida como se rebana un trozo de pan:
partes desiguales que simpre quedan como mal. No reparto nada, me quedo con todo, callada y ensombrecida bajo este sol de invierno mortal. Parto como siempre se parte, en pequeñas partes. Un ojo se despide mientras la boca se quiere quedar. El brazo ya se siente lejos, inhabitado por las manos que te quieren buscar. I'm gone desde hace tiempo ya. Tan ida aquí y allá. No sé cómo no llegar. Cómo caminar, cómo mirar. Es fácil olvidar cuando no se es. Cuando no se está.

martes, 18 de diciembre de 2007

domingo, 16 de diciembre de 2007

coqueteo

I.
Bordeo, regodeo, delimito, traqueteo
un rato más la magulladura del espacio que fue tuyo.
Imagino,
y creo
adivino tu futuro más cercano.

Entonces,
te olvido.

II.
Anunciada ya tu lejanía
me vierto y cuento cada una de mis gotas,
dejándome espesar únicamente
por el roce de esa mano que se asoma,
nueva y trasnochada,
sumada a una extraña búsqueda
de sonidos baldíos
que se juntan para decir mi nombre:

“Margarita” ¿me llamas?

III.
Te devienes violento (pero mascando la risa)
y revuelves el tiempo sobre mi rodilla.
Me dejas, encajada
(sí, encajada)
en un nuevo augurio.

IV.
Vuelvo al tiempo.
Entonces, y sólo entonces,
hablo.

noche

A dónde yo,
multiplicada de niñas
camino,
deshojada de mañanas.

Esta ciudad me sabe a la penumbra lunar de la que se visten mis sueños.

(tantas noches ahorcadas en mis ojos)

Todos tus fantasmas se parececen a mí.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Ruinas

A veces me pasa que confundo los escombros con los cuerpos. El reflejo de las luces con los focos. Y a las sombras con los hombres. A veces me pasa que me invento casas en donde solo queda la arenilla. (otras veces parece que me quedo en el espejo)

A estas alturas las palabras se me rompen y los gestos trazan una ruta tan infame que no me atrevería a seguirla. Las hojas ya se cayeron. El viento ya las barrió. Y se me pierden los residuos de lo que fue. La ruina de las ruinas que solía proporcionarme el deleite urgente de lo inacabado ahora parece acabarse. La nieve no llega. El paisaje se estanca en este barranco de significados huecos, de vientos quietos y de lluvia seca. Nada desciende más del cielo. Sólo quedamos unos pocos, esperando con cierta inercia, el paso del tiempo que va arruinando caras, voces, cuerpos. Letras.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

A Lulú


In memoriam


Como aquellos sábados por la mañana que parecían veranos eternos, apostando más que a un talento musical, a la gracia de la vida. Como aquella ventana mágica por donde contábamos gallinas, (una de esas mordería el labio de mi hermana) o como el olor de la grama recién cortada. Así aparece el recuerdo de Lulú. Como una risa muda agarrada del viento, como aquel país feliz de la niñez. Ya sé que me la imaginé más, que me la inventé mucho más de lo que fuimos. Pero, así nos pasa con ciertas personas. La invención o el exceso no anulan la experiencia. Me acuerdo de su casa llena de luz, de sus manos largas, que ya anunciaban las primeras arrugas, sobre mis torpes y pequeños dedos tramando disparates sobre su piano. Y la recuerdo, más que nada, persistente en las historias de mi madre. La última vez que la vi no me hubiera reconocido sino fuera por la ayuda de mi amigo Luis. Había pasado tanto tiempo. Pero cuando me recordó, fue como si el tiempo le diera un coletazo que casi la sacó de su asiento. No se trataba de mí, claro, sino de un tiempo que ya había sido, de un mundo lejano. Y me sonrió con una sonrisa eterna. Porque Lulú era de esas personas que parecían mirarte desde todos los lugares, como bañada de historias, de muchos fuegos. Como si se hubiera robado algún secreto del que te hacía cómplice, aunque fuera por dos segundos. Lulú, Luz Elena ya no está, sin embargo sigue siendo. Porque hay quienes no tienen que estar para ser. Además, cómo deshacer la música, sobretodo cuando fueron tantas las voces mimadas por aquellas manos, tantos dedos adiestrados, amados, listos para el concierto de la vida.

No sé, pero creo que un piano ríe desde el cielo.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

La otra luz



a Alejandra

Y qué pesar se puede articular en este cuerpo hecho de luz?
¿Cómo llenar la página de sombras si un animal dorado
se ha metido en mi cuerpo?
No sé escribir la gracia que me rodea.

Los fantasmas salen asustados de mi piel.
Aquellos bordados hechos de lluvia, de insectos
y de manchas se me caen dejándome desnuda,
en tonos naranjas y lilas.

¿Quién abrió la puerta de aquella celda de muerte?
Camino como caminan los vivos,
me renuevo de memorias inventadas,
y me veo trepada en el tope de un árbol vuelta pájaro.

Abro mis alas y dejo caer todos mis muertos.
Un ejército de niñas me toma como rehén.
Río.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Otoño caído


Cuando el frío se viste de fuego y las hojas, todas, recorren la ciudad. El día se vuelve austero estrenando colores que le recuerdan el principio de los tiempos. Hay una hoguera encendida y parecería que fuéramos nosotros sus leños. Son días de una alegría tan solemne que se enciende la melancolía, de un sólo toque.

Todo va cayendo, desordenadamente, en su sitio: los árboles alargan sus caras, los hombros se aflojan, cada pisada cruje. Se va desbarrancando el otoño.